Luis Hernández Navarro
Sobre advertencia no hay engaño. Sucedió en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 23 de octubre de 2004. Una multitud de enardecidos maestros y trabajadores al servicio del Estado agredieron a golpes el convoy en el que viajaba el presidente Vicente Fox para protestar contra la privatización del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Los inconformes burlaron el cerco de seguridad del Estado Mayor Presidencial, se acostaron sobre el asfalto para impedir el paso de los vehículos oficiales y arremetieron contra las camionetas en las que se desplazaban los funcionarios y se enfrentaron con elementos de seguridad. Gritaban: "Fox, ¡entiende!, el ISSSTE no se vende" y "Esas reformas ¡no pasarán!"
Estupefacto, el entonces presidente sólo alcanzó a decir que los trabajadores no debían dejarse engañar, pues su gobierno no pretendía privatizar la institución.
Casi dos años después, su sucesor, Felipe Calderón, ha decidido materializar la pesadilla de maestros y trabajadores al servicio del Estado. El albazo legislativo está en marcha. El ISSSTE será privatizado, aunque se niegue que se quiere hacerlo. Ya lo dijo el priísta y prestidigitador legislativo Samuel Aguilar Solís, quien presentó la reforma en tribuna: "el ISSSTE no se privatizará; por el contrario, se refrenda el compromiso solidario del Estado mexicano con la seguridad social de sus trabajadores".
¡Qué va! Declaraciones para el auditorio aparte, el ISSSTE será privatizado, no porque sus instalaciones vayan a ser vendidas a particulares, sino porque al trasladar el régimen de jubilación a cuotas individuales se carga el peso de su funcionamiento fundamentalmente en los hombros de los trabajadores. Al migrar las pensiones de los burócratas a cuotas individuales se rompe el espíritu de la seguridad social como un mecanismo redistributivo del ingreso y de solidaridad intergeneracional, que tiene su origen en la Constitución de 1917. La medida forma parte de la privatización del sistema de pensiones.
Los ahorros de los trabajadores que cotizan al ISSSTE y no expresen explícitamente su deseo de pertenecer al nuevo sistema de cuotas individuales pasaran al control del Pensionissste. Este organismo manejará sus aportaciones durante tres años, para después ceder su manejo a la banca mediante las Afore. Viejos rivales sindicales de la calaña de Elba Esther Gordillo y Joel Ayala, que han amasado verdaderas fortunas a costillas de sus agremiados, manejarán estos fondos. Un negocio multimillonario y redondo ante el que han hecho a un lado sus pleitos históricos
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