Sarah Palin y la temeridad de los ignorantes

Se suele decir que el poder desgasta, pero lo cierto es que más desgastante resulta aún fracasar estrepitosamente en el intento de obtener ese mismo poder.

Ayer por la noche, asumida la victoria de Barack Obama, algunos miembros de la campaña de John McCain comenzaron a lanzar duras acusaciones a Sarah Palin, según se hacían eco tanto la CNN como la nada sospechosa de ser anticonservadora Cadena Fox.



En primer lugar han señalado lo difícil que era de “controlar emocionalmente”. También han puesto énfasis en que no se dejó preparar para esas primeras entrevistas, como la de Katie Couric, que la mostraron de forma tan negativa. Aunque ella se haya defendido, ayer mismo, culpando a la prensa de “no cumplir con su vocación”.

África, bonito país

Pero lo golpes más duros han estado dirigidos a su preparación intelectual. Han dicho que la gobernadora de Alaska no supo decir qué países integran el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Y no es que se trate de una lista muy extensa y difícil de memorizar: México, EEUU y Canadá.

Por otra parte, acusaron a esta mujer, ausente de pasaporte hasta que fuera elegida por Mc Cain como su mano derecha, de ignorar que África es un continente. Estaba convencida de que se trataba de un vasto país, en el que Sudáfrica es una de sus provincias.

Estas filtraciones ponen en contexto las vergonzosas palabras de Palin durante el debate con John Biden en relación a Israel, cuando afirmó que EEUU debería tener su embajada en Jerusalén. Ciudad, como todos sabemos, ocupada según el Derecho Internacional, en la que se practica una sistemática, brutal y racista política de limpieza étnica en su parte oriental.

Pero lo cierto es que ya en una de sus primeras entrevistas, Palin había sido honesta con respecto a este tema, justificando sus filias y fobias no en razones sino en sentimientos. Dijo que tenía la bandera de Israel en su despacho, desde siempre, por una cuestión “emocional”. Por su parte, aunque mucho más instruido, Biden cometió una serie de gravísimos errores al tratar de explicar la actual situación del Líbano.

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