Arnoldo Kraus
Dentro de la inmensa zozobra que me produce la nueva guerra entre Israel, los islamistas, Siria e Irán, procuro mirar con cordura y sin fanatismos el nuevo brete de Medio Oriente. Intento hacerlo "desde afuera", pero, aclaro, sin desprenderme de mi judeidad. Aunque parezca retórica barata, reitero que las muertes de inocentes, libaneses e israelíes, laceran por igual.
Dentro de la inmensa zozobra que me produce la nueva guerra entre Israel, los islamistas, Siria e Irán, procuro mirar con cordura y sin fanatismos el nuevo brete de Medio Oriente. Intento hacerlo "desde afuera", pero, aclaro, sin desprenderme de mi judeidad. Aunque parezca retórica barata, reitero que las muertes de inocentes, libaneses e israelíes, laceran por igual.
Abordo el conflicto entre israelíes y todo lo que representa Hezbollah por medio de las figuras de Bush y del presidente iraní Ahmadinejad. Para los librepensadores ambos son enemigos del mundo. Cada uno a su forma. Mientras Bush comete error tras error al querer difundir su visión para democratizar el mundo árabe -la torpe actuación en Irak y Afganistán siempre será un pesado fardo en la conciencia de Estados Unidos-, Ahmadinejad no deja de repetir que el mal del mundo es Israel y los judíos. Problema fundamental en este conflicto es la dependencia de Israel hacia Estados Unidos y la de Hezbollah y otros movimientos terroristas hacia Irán y otras naciones como Siria.
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