Publicado en:Guerra Eterna
Iñigo Sáens de Ugarte
Noviembre 09, 2006
Los artilleros israelíes trabajan con un "margen de seguridad" al disparar sobre Gaza. Se supone que sus objetivos no pueden estar a menos de 200 o 300 metros de casas habitadas por civiles. Esto quiere decir que sus normas incluyen la posibilidad de que se produzcan matanzas como la de ayer en Beit Hanoun. En los análisis que han aparecido hoy en la prensa israelí, se explica con la frialdad de rigor que errores como ése entran dentro del cálculo de probabilidades. No deben de ser frecuentes, pero que el impacto se produzca a 400 o 500 metros del objetivo inicial es algo que puede ocurrir.
Sus jefes lo saben y sin embargo no han descartado por completo el uso de la artillería en la congestionada Gaza, donde hay pocas zonas que no tengan una casa a menos de medio kilómetro. Este verano, no había tales restricciones en Líbano. "En la reciente guerra del Líbano, disparábamos como locos, sin respetar ningún límite de seguridad", explica un anónimo oficial de artillería a Haaretz.
La secuencia de acontecimientos con la que trabaja el Ejército parece ser ésta. El martes, a las 14.00, se dispararon cuatro cohetes Qassam que impactaron en la localidad israelí de Ashkelon. No hubo heridos. Por la noche, los militares recibieron información que les hizo creer que habría otro ataque a primeras horas de la mañana del miércoles desde el mismo lugar. Se decidió atacarlo antes para disuadir a los autores del ataque de sus intenciones.
Por la noche, los artilleros hicieron varios disparos de prueba a varios centenares de metros del objetivo para ajustar el tiro y realizar los cálculos necesarios. Ningún puesto israelí tenía una observación directa del lugar de lanzamiento de los Qassam.
A las 5.30 de la mañana, los artilleros dispararon los primeros 12 proyectiles, programados para impactar a unos 1.200 metros de las casas. Dieron en la zona señalada sin causar bajas. A las 15.45, la batería volvió a disparar otros 12 proyectiles, esta vez más cerca, a 450 metros de las casas. El radar indicó que diez de ellos habían impactado en el objetivo, pero no supo dar cuenta de otros dos. La investigación aún no ha concluido, por lo que es posible que al final este último número sea mayor.
Se apunta que esa diferencia de 450 metros supondría una diferencia de tres grados en la posición de la lanzadera, algo "inapreciable" para el ojo humano, según un ex general.
Con independencia del error humano o fallo técnico que pudo producirse, lo que resulta evidente es que sucesos como el de Beit Hanoun sólo pueden considerarse imprevisibles si se desconoce la realidad demográfica de Gaza y las condiciones de trabajo de un artillero, y en ambas cosas los israelíes no pueden apelar a la ignorancia como justificación.
Ze'ev Schiff admite que el Ejército ha fracasado en su guerra contra los Qassam. La artillería no es la solución táctica apropiada para responder a esta amenaza y todos saben que más tarde o más temprano sus disparos pueden provocar matanzas de inocentes como la que hemos visto.
Algunos insisten en Israel que todo se reduce a un problema de relaciones públicas y que no hay que pedir disculpas por nada. "PR" es un término que aparece mucho allí en los análisis posteriores a estas tragedias (decir 'propaganda' se considera de mal gusto). Ignoran, o hacen ver que ignoran, que matar a niños y mujeres no es un producto que se pueda vender con facilidad en el mercado de las ideas.
Bombardear un lugar sabiendo que puedes matar a familias enteras y culpar de las consecuencias de tus propios actos a los terroristas es un claro ejemplo de lo que en hebreo llaman 'chutzpa' (descaro, arrogancia).
Es algo que no genera mucho rechazo en la sociedad israelí, siempre que los cadáveres los pongan otros.
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