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17 julio 2007

El rábano zapatero non grato en México



fotos:la lampara de diógenes

El socialista monárquico,viene a México, por un lado, a convalidar su reconocimiento al espurio y darle una bofetada al pueblo de México,y por el otro,a recomendar se les acaben de dar las nalgas a sus neocolonialistas empresarios que bajo el señuelo de invertir en este País,vienen a acabar de saquearlo.¡Fuera de México! rabano monarquico.


Pedro Miguel
La Moncloa y Los Pinos

Socialistas y "populares" proseguirán en España su pleito eterno y se acusarán mutuamente de las peores canalladas y bajezas. Antier, para no ir más lejos, el organismo llamado José María Aznar calificó de "enemigo de la libertad" al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, expresión que Bush emplea nada menos que contra los gobernantes de su eje del Mal. Fue en un encuentro del grupo de pensadores de la caverna que dirige el propio Aznar y en el curso del cual se dijeron cosas contra los inmigrantes, contra los musulmanes, contra la Revolución Francesa, contra la modernidad, contra el multiculturalismo, contra Marx y contra Freud, entre otros enemigos de la pureza occidental y apostólica. Por su lado, Mariano Rajoy dijo que no quería hablar de Alianza de Civilizaciones y aseguró que el gobierno del PSOE "ha agotado todos sus proyectos y todo su crédito". Sin que fuera réplica, el socialista José Bono dijo que Rajoy es "muy certero en sus errores", calificó de vergonzosas e indignantes sus actitudes ante el conflicto vasco, afirmó que los "populares "se creen los dueños de la calle y quieren expulsar de ella a los que no somos de su pensamiento único" y describió al Partido Popular como "patéticamente unido en torno a un líder que no tiene". Ah: y de paso, Bono asentó: "no soy un reaccionario; seré socialista hasta que me muera".

Hay, sin embargo, un tema por el cual los "populares" y los socialistas peninsulares -y el conjunto de la clase política, y las corporaciones mediáticas- no van a pelearse nunca entre ellos: la política del Estado español hacia México.

Se puede entender la alianza forjada entre Aznar y Fox, tan amplia y desenfadada que hasta alcanzó para que el madrileño diera, con la bendición del guanajuatense, un empujón proselitista a la campaña de Felipe Calderón. Los ex cristeros de provincia que formaron al ex y a su sucesor veían en Franco la luz de Hispanoamérica; Aznar, por su parte, es hijo político de Fraga, y Fraga era de Franco. Resulta escandaloso, sin embargo, que los herederos -así sea remotos- de la República derrotada vayan, con la reacción mexicana, mucho más allá de las cortesías diplomáticas, se muestren tan entusiastas en la tarea de dar legitimidad a un régimen que la tiene muy escasa y declaren, como lo hizo Rodríguez Zapatero, su "respaldo total" a cosas de Calderón tan desafortunadas, erráticas y contraproducentes como la militarización del combate al narcotráfico. No es fácil comprender tanta calidez entre gobiernos con políticas sociales tan opuestas entre sí -compárense, por ejemplo, las propuestas de ambos en materia de derechos reproductivos y de género- como las del PSOE moderno y las del PAN cavernario.
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