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06 febrero 2007

Astillero

Ir a artículo Julio Hernández López

Autoatentado
La soga histórica en casa del reprimido

FC: ¿vivas a la libertad y a la lucha cívica?

Exhortaciones al pie de la caldera nacional

Se podría decir que Felipe Calderón atentó contra sí mismo con el discurso que pronunció ayer a propósito de la celebración protocolaria de la fecha en que la Constitución vigente (y la inmediatamente anterior, la de 1857) fue promulgada. Como si su circunstancia fuera otra, como si hablar de imposturas e imposiciones, de violaciones constitucionales y de dictaduras fuese asunto de un pasado remoto, el abogado general de la República hizo un extraño repaso histórico, de lengua casi sangrante, en que de una manera general justificó la rebelión contra los gobiernos ajenos a la voluntad popular y ofensores del derecho en general y de la letra constitucional en particular.

Si se toma en cuenta que las palabras supuestamente libertarias del michoacano eran pronunciadas mientras el vocero nacional del PRD era detenido sin razón alguna a las afueras de donde se declamaba ese sugestivo discurso épico, y en las mismas horas sombrías en que un represivo secretario de Gobernación pretende arrogarse el derecho de censurar expresiones en televisión de partidos legales, se apreciará cuán aberrante resultó el paseo oratorio del Caperucito 0.56 por ciento (falso porcentaje de falsa victoria, aunque el Santo Tribunal de la Gobernación pretenda constituir este señalamiento de fraude electoral en delito flagrante) por el bosque de la historia patria (¿para qué elogias tanto esa Constitución tan grandota?, preguntaría, en papeles invertidos, el lobo PFP, a lo que el portador de la canastita discursiva respondería: "¡Para violarla mejor!" ¡Oh, licenciado Ramírez Acuña, lo anterior no es más que un cuentecillo infantil, no se vaya usted a enojar, por favor, y vaya a ordenar que esta columna sea pasada a cuchillo censor!).

Con alegría digna de mejor telenovela, el orador principal de ayer en el Palacio Nacional aseguró que la Constitución de 1857 fue "de libertades", "liberal" y que con ella quedaron plasmados principios que "perduran hasta hoy", como "la libertad de pensamiento, de expresión y de prensa", (el antes citado vocero perredista, Gerardo Fernández Noroña, no alcanzó a aplaudir ese párrafo porque estaba declarando ante un juez cívico que no encontró razón para que miembros del Estado Mayor Presidencial lo hubieran apresado cuando apenas se bajaba de un taxi para participar en las protestas ciudadanas contra un presidente al que consideran impostor; tampoco fueron difundidos en ese momento, para confirmar las palabras con hechos, los videos de los programas institucionales del PRD, que han sido prohibidos en su exhibición pública en tiempos oficiales partidistas por la Secretaría de No Ver Nación, en un muy previsible ataque de neofranquismo-tapatío que además ha colocado en lista de espera rumbo a la guillotina electrónica al programa lopezobradorista de televisión denominado La verdad sea dicha). ¡Ah, libérrimos lectores de esta columna del 57 (no del 0.56 por ciento), en verdad os digo que el antedicho licenciado Calderón cerró esa parte de su arenga con el fascinante señalamiento de que ayer, como hoy, perduran, "desde luego, la prohibición de los fueros y de los privilegios").

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