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28 octubre 2008

■ La importancia de resistir

Astillero
Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx


El vicepresidente policiaco del país, Genaro García Luna, tendrá hoy oportunidad de consolidar entre diputados el estado legislativo de excepción que con tanto éxito inauguró el pasado jueves entre senadores que, al mejor estilo del congreso diazordacista después del 68, estallaron en casi unánimes aplausos cuando su panista pastor Madero les anunció la conversión de esa cámara en prolongación tutelada del ilegítimo poder Ejecutivo también rehén de las armas desbordadas.

El dirigente de la resistencia civil pacífica, Andrés Manuel López Obrador, tratará a su vez de explotar al máximo la rendija contra la privatización que el protocolo de San Lázaro le ha abierto para que en media hora matutina escenifique lo que sus anfitriones dominantes esperan sea una especie de discurseas y te vas, como si la presión social de las afueras del Palacio Legislativo secuestrado pudiese diluirse o apagarse en función de las tretas alfombradas que al tabasqueño creyeran ponerle.

Una franja de diputados federales de izquierda intentará hoy, en mejores condiciones numéricas que sus compañeros del Senado, obstruir el proceso arrollador de aprobación de la reforma petrolera que a sus beneficiarios urge sacar adelante, puesto que entre más tiempo siga expuesta al escrutinio público más detalles sembrados de trampa habrán de encontrarle. La sesión de hoy permitirá, además, confirmar el siempre sabido talante de traición y entreguismo que caracteriza a la corriente que hoy domina al Perreducho (el Perredé de los Chuchos).

Pero lo más importante no estará en los escenarios institucionales militarmente confiscados (ni siquiera en la votación aprobatoria que en un inmueble o en otro se dé, con dedos o con toletes levantados, con violencia sólo contra ciudadanos sin fuero u otra vez contra legisladores en lucha), sino en el hecho central de que la resistencia resistió, que la movilización sigue moviéndose y que el truco de la victoria complaciente no fue aceptado por los opositores fundadamente suspicaces. Hace apenas unos pocos días, la organización cívica que ha resistido el fraude electoral y los apetitos privatizadores estuvo en riesgo de caer en artes de embaucamiento pero, en un giro que provocó enojo en unos y confusión en otros, salvó de sí lo esencial, que es la capacidad de seguir luchando. Por ello es importante la batalla política de hoy, porque, más allá de los resultados procesales previsibles (la aprobación de las nuevas reglas para el futuro contratista de los mouriños, apellídense los beneficiarios así o de otro modo), la organización, la vigilancia y la lucha ciudadanas continúan.

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