México SA
Carlos Fernández-Vega
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■ Consumidores pueden cobrar
En números cerrados, la embestida contra el peso le costó al país 9 mil millones de dólares en reservas internacionales o, lo que es lo mismo, todo lo acumulado en este renglón de enero a octubre de este año (6 mil 125 millones), más 2 mil 870 millones de lo atesorado a lo largo de 2007. Si se considera que tal “ingesta” de billetes verdes por los especuladores se dio en sólo tres días, fácilmente se entiende la magnitud del ataque llevado a cabo por “un grupo” de empresas que el gobierno calderonista oficialmente se niega a identificar.
Más allá del riguroso impacto financiero que a la nación le significa el asalto de esa mafia empresarial, la única sanción a ella aplicable es de corte moral (aunque para ella “moral es el árbol que da moras, o vale para una chingada”, como diría el caciquil filósofo potosino Gonzalo N. Santos), porque la especulación no sólo es permitida legalmente, sino una práctica estimulada e incluso aplaudida por el gobierno.
Nueve mil millones de dólares en reservas que la nación bien pudo aplicar para algo mucho más productivo que alimentar la voracidad y resolver las cuitas de ese “grupo” (Carstens dixit) de empresas y empresarios, por mucho que desde el gobierno mismo se diga que “para eso están las reservas” y “para eso hay que utilizarlas”. De entrada, por ejemplo, Elba Esther podría comprar muchísimas más Hummers para sus democráticas “rifas”.
Curado en salud, el Consejo Coordinador Empresarial calificó de “inaceptable” que se acuse de “manera generalizada” a la iniciativa privada “por posibles prácticas especulativas en el mercado de divisas”, por lo que exigió “a las autoridades competentes investigar cada caso y, de ser necesario, aplicar las sanciones respectivas”, es decir ninguna, porque la libertad cambiaria lo permite absolutamente todo.
Cierto es que no puede culparse a la iniciativa privada en su conjunto del asalto a la nación, pero de dientes para afuera el Consejo Coordinador Empresarial es el que habla de generalidades, cuando sabe perfectamente quiénes son los barones y cuáles sus grupos que se fueron sobre las reservas internacionales. El 98 por ciento de las empresas en el país son micro, pequeñas y medianas, de tal suerte que resulta imposible su participación en el atraco. El 2 por ciento restante corresponde a grandes empresas, pero dentro de esta proporción sólo unas cuantas tienen los tamaños, y los amigos necesarios, para orquestar una agresión como la sufrida por las reservas internacionales entre el miércoles y –especialmente– el viernes de la pasada semana.
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