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15 octubre 2008

■ El petróleo y la banca mexicanos ante el tsunami financiero de Estados Unidos


Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme


Personificación de la muerte, durante la manifestación del lunes pasado ante el Banco de Inglaterra, en Londres
Foto: Ap

La inundación de liquidez por Europa, encabezada por el primer ministro británico, Gordon Brown, ha dado un respiro al sistema financiero internacional al borde del colapso. Los apologistas del caduco modelo neoliberal aseguran que ven una tenue luz al final del túnel, como han venido afirmando desde el fuerte aviso de la quiebra de Bear Stearns. Esperemos que dicha luz no sea la de otro tren que viene en sentido contrario, puesto que existen muchas preguntas sin respuestas, como el destino de los “derivados financieros” catalogados por Warren Buffet (todavía el hombre más rico del mundo) como “armas financieras de destrucción masiva” y que ascenderían a la cifra antigravitatoria de un cuatrillón de dólares de papel especulativo virtual frente a 54.31 billones de dólares (trillones en anglosajón) del PIB mundial, 16.8 billones de la Unión Europea (UE) y 13.84 billones de dólares de Estados Unidos.

Fracasó el Plan Paulson-Bernanke-Bush, mientras el plan Brown parece marcar la pauta de los rescates cuando asistimos a una nacionalización forzada de la banca a los dos lados del Atlántico, en medio del asombroso resurgimiento del “nacionalismo económico”.

Los tratamientos difieren, pero el diagnóstico es el mismo: deflación financiera con un brutal desempalancamiento (deleveraging) y estanflación económica. Son los “derivados financieros” los que han provocado el “agujero negro” que hace insuficiente toda la inyección masiva de liquidez global. Hoy el “cash es rey”, así como los elementos “sólidos” de primera necesidad: los hidrocarburos, los alimentos y el agua. Ante el desplome de la credibilidad de las principales divisas del mundo, el oro y la plata, marcaron el último refugio de los ahorradores al haber mantenido relativamente estable su cotización, pese al desprecio de keynesianos, neoliberales y marxistas.

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