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06 septiembre 2007

Impuesto a gasolinas: paternidad a disgusto

Sigue el pago de favores del espurio a la plutocracia yunquista.Les reduce el pago de impuesto "CETU" al gran capital y la diferencia que les ahorra la traslada a los energéticos,aumentando su precio en la misma proporción...De tal suerte que el pago de mayores impuestos recaerá sobre los jodidos de siempre,(el pueblo)mientras el gran capital fortalece su gusto por la evasión y elusión.


México SA
Carlos Fernández-Vega
cfvmx@yahoo.com.mx • cfv@prodigy.net.mx

Calderón, autor de la canallada

Les valen sorbete los consumidores

Familia Sojo, gasolinera como la Mouriño

Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México Foto: Francisco Olvera Que a muchos panistas de plano no les resultó nada atractivo eso de la paternidad responsable en materia fiscal, y mucho menos servir de tapadera al verdadero autor de la canallada (el inquilino de Los Pinos y sus neocientíficos), ni pagar los platos rotos, pero no precisamente por el daño económico que causarán a los mexicanos.

Apenas 48 horas atrás, luego de varias semanas de criatura sin padre, los diputados blanquiazules presentaron una iniciativa de “reforma”, por medio de la cual proponen un “impuesto especial” de 5.5 por ciento (un poco mayor a la que circuló días antes) que se clavaría a los precios finales (léase al consumidor) de gasolinas, diesel y gas automotriz, con el fin, decían, de “destrabar” la “reforma” fiscal, y se declaraban prestos para asumir el costo político de tan brutal puñalada.

Eso decían los cabecillas blanquiazules en San Lázaro, hasta que se les rebeló parte de la tribu, pero no vaya a creerse que los diputados panistas reclamaron por el daño económico que tal “impuesto especial” provocaría en los consumidores de dichos combustibles ni por los aumentos en cascada de precios y tarifas que irremediablemente provocará ese aumento de 5.5 por ciento en los energéticos, ni por la pérdida de poder adquisitivo, ni por la inflación adicional, ni nada por el estilo, sino, simple y sencillamente, por el costo político que pagarán esos legisladores “en los estados donde tenemos presencia y de donde somos originarios, pero sobre todo en las entidades de la República donde hay elecciones”. Así, los descarados “rebeldes” blanquiazules sólo temen el previsible efecto electoral; lo demás es lo de menos.

Y en la bancada priísta no cantan mal los tangos. El mismo día en que los panistas en San Lázaro asumieron la paternidad del “impuesto especial” a gasolinas, diesel y gas automotriz, los tricolores, en voz de su coordinador Emilio Gamboa, aceptaban la propuesta y anunciaban que la votarían a favor, siempre en el entendido que serían los blanquiazules los que pagarían el tan temido costo político de decisiones “dolorosas, pero necesarias”.

Pues resulta que tampoco, porque el rebaño se salió del redil. “A unas horas de presentarse la iniciativa (el multicitado gravamen “especial”), el descontento también se dejó sentir en medio centenar de representantes del Partido Revolucionario Institucional, quienes demandaron congruencia a los panistas para, en conjunto con la bancada del Partido de la Revolución Democrática, sumar fuerzas y enterrar el impuesto a gasolinas y diesel” (La Jornada).

ver artículo Jornada

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