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04 septiembre 2007

El movimiento social anti represas

El movimiento social anti represas ha dado un gigantesco paso y tiene que seguir dándolo deteniendo la instalación de los embalses. Se ha reconocido ubicándose en el todo. Pero además, tiene que fortalecer otro paso no menos pequeño, lograr responsablemente el desmantelamiento de las grandes represas y empezar a vincularse desde su identidad diversa con la otreidad que lucha por lo mismo: la emancipación al sistema de dominación capitalista para construir otros mundos.

Las 45 mil grandes represas construidas en el mundo han desplazado a 80 millones de personas de sus tierras y hogares. Miles de pueblos y culturas han quedado sepultadas bajo las aguas contaminadas de las presas. Más del 60% de las grandes cuencas del mundo han sido represadas. Las presas han sido la infraestructura que a nivel mundial más gases de efecto invernadero han generado en el mundo colaborando al calentamiento global por la descomposición de miles y miles de hectáreas de materia orgánica anegadas. Endeudamiento de gobiernos y pueblos, militarización y mayor pobreza son al menos algunos de los indicadores que han generado los embalses.

Dentro de los procesos y movimientos sociales de resistencia es inédita la lucha contra las grandes represas no sólo en América Latina sino en el mundo entero. Este movimiento organizado nace a finales de los 90’s en un contexto sumamente peculiar. Al menos tres. Por un lado, el fin de la vida útil de los grandes embalses que ronda por los 50 años. Por otro, la aceleración de los procesos de privatización impuestas por las políticas neoliberales que invade a la infraestructura y los recursos naturales en este caso presas y agua, aunque muy ligado a ello también la energía eléctrica.

Por último, los mal llamados tratados de libre comercio no son viables sin el agua y sin la luz, como lo son las inversiones para la explotación minera, parques industriales, maquiladoras, canales secos, explotación petrolera; grandes extensiones de monocultivos para la agro exportación de plantaciones altamente consumidoras de agua como la palma africana o el eucalipto; infraestructura carretera, ferroviaria, puertos y aeropuertos. Por ello, en la base del éxito de estos tratados está el Plan Puebla-Colombia (antes Puebla-Panamá) y la iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA). Es en este contexto que la sociedad y los pueblos se levantan en resistencia a la voz de ¡No más represas!

Este movimiento social se enfrenta con algunas barreras. Además del reto de romper con el mito de las presas como sinónimo de desarrollo, los afectados directos se enfrentan con el reto de darse cuenta y dar a conocer que la humanidad entera es la afectada, donde se encuentre. No sólo los habitantes río arriba de la presa o los de río abajo, sino incluso los pescadores en los deltas y cualquier habitante del mundo que se ve afectado por el cambio climático que favorecen. Tanto les afecta al millón de personas desplazadas en China por la presa Tres Gargantas, como a cualquier persona de este lado del mundo. Por ello, es un reto fundamental para el movimiento social antirepresas lograr la articulación de los problemas empíricamente inmediatos que ocasiona un gran embalse como son los problemas de desplazamiento violento, militarización, pobreza e impactos ecológicos, con otros temas que aparentemente no se ven. Los proyectos de grandes presas también acarrean mayor endeudamiento de los gobiernos y pueblos, corrupción, problemas de salud a los pobladores locales, sequías, sismos, contaminación, privatizaciones de servicios públicos como el agua y la energía eléctrica, entre otros.

Lo anterior implica tener una visión global y sistémica que lleve al movimiento a luchar en lo local pensando en lo global, y luchar en lo global pensando en lo local. Esto fue entendido por las 100 mil personas indígenas y campesinas que firmaron las actas de acuerdos comunitarios en Chiapas, México, para decir un no rotundo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) cuando se llevó a cabo la consulta continental en años pasados. Se logró entender que los problemas del agua, la militarización, la deforestación, la privatización, la migración y los bajos precios a los productos del campo, por mencionar tan sólo un minúsculo ejercicio de la preocupación social actual, tienen que ver con el ALCA. Nadie dejó de luchar en lo que actualmente luchaba y se respetaron las diversidades, pero se entendieron en el todo y lucharon en lo global.

ver artículo completo.Agua.org.doc.8 de 51

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