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07 marzo 2008

Mouriño es una franquicia de

Astillero
Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

■ Ivancar, en quiebra

■ Campesinos se alzan en Bucareli

■ El fantasma de Juan Caído Mouriño

■ Alarmismo y desprestigios

Ya no hay secretario de Gobernación (pero puede seguir allí un buen rato más, en la silla desfondada, como una especie de autoatentado de su jefe, incluso sostenido por el priísmo, al que mucho conviene un Bucareli manejablemente abaratado). Herido políticamente de muerte por el expediente Ivancar, Juan Camilo Mouriño sólo está sirviendo para que grupos panistas y de otros partidos ajusten cuentas (la corriente silenciosamente contraria a Calderón y sus chicos íntimos niega apoyo al Favorito), vendan favores (los priístas, el de la complicidad taimada) y exhiban la vacuidad, frivolidad e inexperiencia de un gabinete “presidencial” de trágica risa loca.

Mouriño es una franquicia de fantasma a la que se le alzan de la mesa de presuntas negociaciones los representantes de organizaciones campesinas que no ven nada importante ni sugestivo en la alforja del supuesto conductor de la política interna del país (virtual vicepresidente en funciones, por ausencia viajera del ilegítimo titular que viaja por el extranjero en su condición de candil de la calle, como si la casa no estuviera a oscuras). Ni siquiera había necesidad de gastar una hora en forcejeos oratorios: el desgobierno federal presentó al frente campesino plural una alineación secretarial demeritada, con el rechazado Alberto Cárdenas Jiménez en condición de silencioso equino negro a la defensa, el pianista experto en telecomunicaciones, Javier Lozano, coopelando de secretario del Trabajo, y la herencia improductiva de Fox, llamada Eduardo Sojo, haciendo como que algo hace como encargado de “Economía”. ¡Uf!
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