Por: Julio Pomar (especial para ARGENPRESS.info)
Fecha publicación: 03/03/2008
Tema: Situación en México
País/es: México
Fue leída por muchos en México, efectivamente, pero aparentemente no se le dio la importancia que tiene. Me refiero a la entrevista que La Jornada (Roberto González Amador) le hizo en días pasados al embajador venezolano en Estados Unidos, don Bernardo Alvarez Herrera, de paso entonces por nuestro país. El dilema es simple en el debate petrolero actual, según el alerta que emitió el diplomático sobre la suerte de Pemex, refiriéndose estrictamente a la experiencia venezolana:
“El punto de definición es hacia dónde se debe dirigir la riqueza que genera la explotación del hidrocarburo: a beneficiar a un grupo de accionistas de una compañía particular, o a financiar necesidades del crecimiento en un país en desarrollo, como es el caso de las naciones latinoamericanas productoras de crudo”.
No saliéndonos de los parámetros trazados por el embajador venezolano de tan lúcida manera, es que podremos acabar de calibrar qué es lo que quieren unos y otros en el debate mexicano, ahora ensombrecido por la intromisión de un negociante español gasolinero, investido de un poder al cual no tiene derecho ni ética ni políticamente a usufructuar --Mouriño-- cuyos intereses no son los mexicanos, sino los de su familia en Galicia o de España o de Repsoil o de Halliburton, ya que el capital no tiene patria, es apátrida, y sus protagonistas, amátridas. Mediante esos parámetros podremos poner en su lugar, como anatemas cretinos, la sarta de injurias que se prodigan todos los días, a todas horas, a quienes defienden la soberanía mexicana en materia energética, especialmente a Andrés Manuel López Obrador, que podrá tener muchos fallos políticos, pero tiene una acrisolada pasión por México y su destino, que no tienen sus insultantes.
Aúllan los injuriadores, muchos de ellos huelelillos del infra tórax de los poderosos intereses que les pagan por la abyección de militar en las filas de los cipayos o mercenarios de la anti nación, que es una mentira que haya la intención de privatizar a Pemex, que en ninguna parte se ha dicho eso, que es sólo una “invención” del Peje para revalorizarse políticamente, ya que, alardean, está en decadencia. La lógica es dura, pero es la lógica. Si no hay tal intención de privatizar Pemex, ¿por qué tanto aullido, por qué tanta alharaca? Por sí sola se caería la mentira, sin necesidad de tantas bocanadas de miasma pestífero. Lo que indican las jaurías con su vociferación, es que sí hay tal intención, y les molesta profundamente que se los revelen y se los remachen en plena cara, como lo hace a diario López Obrador.
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