Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Una de dos: o bien las todavía poderosas trasnacionales petroleras de Estados Unidos pretenden dar su última batalla al estilo colonial del siglo XIX –cuando los países norafricanos fueron embargados literalmente– propinándole una severa lección a Venezuela por haber osado nacionalizar sus hidrocarburos en junio pasado (“ExxonMobil declara la guerra a Venezuela”; ver Bajo la Lupa, 10/2/08), con el fin de disuadir y/o doblegar a las demás empresas estatales de la OPEP (más fácil) y a Rusia (más difícil); o bien la poderosa petrolera texana, a sabiendas de la lógica reacción inducida del nada dúctil presidente venezolano Hugo Chávez –quien amenazó cortar el suministro a Estados Unidos como medida defensiva frente al embargo precautorio a los bienes foráneos de PDVSA y llevar el “oro negro” a 200 dólares el barril–, se sincroniza y acopla con las apuestas especulativas de los hedge funds (fondos de cobertura de riesgo) de la banca anglosajona, que intenta elevar artificialmente, en esta fase, el precio del crudo de aquí al final de la aciaga gestión de Baby Bush, para luego desplomarlo a su antojo, en una siguiente fase (quizá a principios de 2009), con el fin de arrodillar a los productores estatales globales, tan dependientes de sus ingresos.
Tanto al alza como a la baja de las cotizaciones bursátiles, las corredurías que manejan los ominosos hedge funds en el mercado petrolero –conocedoras de las tendencias financieras que inducen artificialmente con sus cuantiosos capitales “apalancados”– ganan cuantiosas fortunas con las que pretenden llenar los faltantes de sus previas especulaciones fallidas en el sector inmobiliario en plena debacle y que ha llevado a la insolvencia a la banca israelí-anglosajona.
Se calcula que en el mercado petrolero, que rebasa los 4.2 billones de dólares al año, los hedge funds juegan independientemente con más de 2 billones de dólares, es decir, casi 50 por ciento del total, susceptibles de alterar dramáticamente el precio del crudo, como elaboramos en nuestro libro Los cinco precios del petróleo (Editorial Cadmo & Europa, Buenos Aires, 2006).
Es evidente que con la mitad de los dados y dedos cargados en el “mercado (sic)” petrolero, los hedge funds se han convertido en el arma financiera (“visible” para los contados conocedores, e “invisible” para la mayoría de la población mundial deliberadamente desinformada) más peligrosa y diabólica jamás conocida por la humanidad (y por la OPEP y Rusia).
Así que no hay que desestimar el profundo daño que todavía puede ocasionar la dupla anglosajona que domina, además, el “mercado” duopólico donde se cotiza el crudo: la Bolsa de Intercambio Mercantil de Nueva York (NYMEX, por sus siglas en inglés) y la londinense Bolsa de Intercambio Internacional de Petróleo (IPE, por sus siglas también en inglés), ambas controladas, para colmo de la circularidad, por las trasnacionales energéticas y bancarias de Estados Unidos y Gran Bretaña.
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