John Saxe-Fernández
Pueden identificarse tres "ausencias" en la andanada contra la nacionalización petrolera que protagonizó la semana pasada Alan Greenspan, el ex encargado de la Reserva Federal de EU: 1) la monumental embestida fiscal de la Secretaría de Hacienda contra Pemex, bajo los auspicios del FMI-Banco Mundial; 2) la mesura y seriedad en torno a datos geológicos sobre el agotamiento de la reserva petrolera y 3) algún vestigio de vergüenza y respeto hacia los mexicanos, su Constitución y su soberanía.
Por enésima vez EU y su quinta columna tratan de remover obstáculos para "ir legalizando" la apertura a la inversión "nacional y/o extranjera", en curso, del portafolio de negocios de Pemex. Los ajustes, incluso de leyes secundarias, dan paso a la privatización de facto y de ahí a la "imperialización" de Pemex-CFE y no a su globalización, como lo atestiguan bancos y ferrocarriles: para la ola neopolka cercana a Calderón, la "hegemonía planetaria de EU es garantía de seguridad energética a largo plazo para México" (sic).
¿El pretexto ahora?: el inminente "colapso" de Cantarell y la "magna crisis fiscal", dada la petrolización presupuestal, por el desplome de la producción de crudo. Se desatiende que Pemex genera recursos suficientes para su expansión y para una reposición razonable de la reserva. El potencial petrolero bajo jurisdicción mexicana es vasto, incluyendo el de aguas someras y profundas del Golfo de México. El problema no es falta de recursos o de tecnología sino el ataque impositivo a Pemex por una oligarquía que, vía privilegios fiscales inadmisibles, incauta la renta petrolera.
Con datos definitivos derivados de los estados financieros de Pemex, José L. Manzo (Pemex: Propuestas para su rehabilitación,)ilustra el orden de magnitud de este asalto fiscal: mientras entre 1990 y 2004 Pemex generó 347 mil millones de dólares (mmdd) -dólares constantes de 2004-, Hacienda le cobró impuestos por 355 mmdd. Además de confiscar ciento por ciento de las utilidades generadas le cobraron impuestos extras por 8 mmdd. ¿Objetivo? En palabras del BM para este tipo de operativos (textual): "llevar la empresa a un punto de venta". Entre 1990 y 1997 la carga fiscal fue de 92 por ciento, ruinosa para cualquier petrolera. Como Pemex resistió el embate se aumentó la carga, en lo que, con la probable excepción de los atracos bajo Yeltsin, es la mayor, más escandalosa e impune operación perpetrada por camarilla alguna: entre 1998 y 2004 la carga fiscal contra Pemex fue de 110 por ciento, registrándose una "pérdida contable" por 20 mmdd (p.8). La tasa impositiva promedio de esos 15 años fue del orden de 106 por ciento. Lo que contrasta con las obligaciones del sector privado, nacional o extranjero, como lo ilustró hace poco Mario di Costanzo.
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