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28 octubre 2009

Argumentos falaces en la extinción de LFC

Desde 2007 diputados llamaron la atención sobre la paraestatal

México S A

Carlos Fernández-Vega

Oh, sorpresa! Resulta –por si alguien tuviera dudas– que el inquilino de Los Pinos conoció, oportunamente y en detalle, que la principal carga” financiera para Luz y Fuerza del Centro “no fue resultado del contrato colectivo de trabajo, sino de la compra de energía a la Comisión Federal de Electricidad y el costo de combustibles para su generación”, y no se lo dijo un “energúmeno de este puño sí se ve”, sino su fiel subsecretario de Electricidad, Benjamín Contreras Astiazarán, cuya jefa directa no es otra que la secretaria de Energía, la señora Georgina Kessel, a su vez presidenta de la junta de gobierno de la otrora paraestatal.

A pesar de lo anterior, el inquilino de Los Pinos y jilgueros que le hacen coro llevan dos semanas al hilo –bombardeo propagandístico de por medio– culpando única y exclusivamente a los trabajadores del caos imperante en la extinta Luz y Fuerza del Centro, en la cual –según el mismo orfeón– no existía junta de gobierno, ni presidenta experta en troquelar monedas, ni funcionarios que tomaran decisiones, ni mucho menos representantes de seis secretarías de despacho que, casualmente, dependen del propio autor del decretazo nocturno del pasado 11 de octubre.

¿Dónde andaba la junta de gobierno, con la titular de Energía en la presidencia, más los señores de Hacienda, Economía, Desarrollo Social, Medio Ambiente, Función Pública y de pilón los directores de la Comisión Federal de Electricidad y de la propia Luz y Fuerza del Centro? Dónde, porque cuando menos desde 2007 la Cámara de Diputados puso el dedo en la herida: “uno de los principales problemas financieros que enfrenta LFC son los adeudos que con la paraestatal tienen los gobiernos estatales de Hidalgo, México, Morelos y Puebla, así como los municipios y Organismos Operadores de Agua (OOA) por concepto de suministro de energía eléctrica, lo que ha impactado negativamente el costo financiero para el organismo”. Y aderezaba el comentario con el siguiente dato terrorífico: de 1998 a 2005, dichos adeudos crecieron casi 500 por ciento, y ese comportamiento se mantuvo en años posteriores. Para nadie era un secreto esta situación, pero nadie hizo nada para corregirla. Por el contrario, con manga ancha se permitió el deterioro financiero de la otrora empresa del Estado.

Tampoco hicieron caso al creciente fardo financiero que a Luz y Fuerza del Centro le significaba el precio en que CFE le vendía el fluido eléctrico, y la propia Cámara de Diputados advirtió que “la adquisición de energía de LFC a CFE incide en el suministro de la misma, ya que el abasto se tiene que realizar con plantas generadoras externas alejadas de los centros de consumo y, por consiguiente, el transportar la energía desde puntos remotos incrementa las pérdidas técnicas por la conducción de energía a través de las líneas de transmisión. Aunado a ello, se encuentran las pérdidas no técnicas, como el consumo ilícito originado por asentamientos irregulares, alteraciones de medidores en baja y media tensión, facturación alterada y errores en la toma de lecturas y en la estimación de consumos”......
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