Publicado en Revista Proceso
Jorge Carrasco Araizaga
MÉXICO, DF., 22 de mayo (apro).- La intentona propagandística del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna y Televisa es un fracaso más de la estrategia de la actual administración en su “guerra a las drogas”.
Lejos de construir una imagen favorable de la Policía Federal, la serie televisiva El Equipo profundizó la división al interior del gabinete de seguridad nacional.
El anuncio de su próxima salida del aire, luego de una temporada de 15 capítulos, indica que ni con la ficción se puede sostener la estrategia violenta a la que Felipe Calderón se aferró a pesar del alto costo en vidas e institucional.
A decir de la retahíla de comerciales que han acompañado a la transmisión, fue más en beneficio comercial de Televisa que para la imagen de los más de 30 mil hombres que tiene García Luna en la Policía Federal.
El programa, que gozó del horario estelar de la televisora, generó molestia y reclamos principalmente entre miembros de las Fuerzas Armadas, cuyos altos mandos tienen diferencias con García Luna desde el principio del gobierno de Felipe Calderón.
Los militares nunca han confiado en él “por sus antecedentes” en la Procuraduría General de la República, donde el expresidente Vicente Fox lo hizo director de la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones (AFI). Se lo dijeron desde un principio a Calderón.
¿Qué le debe o qué le sabe García Luna a Calderón para hacerlo el hombre fuerte a quien le confió “todos los juguetes” en su “guerra al narcotráfico”? Es una pregunta recurrente en la milicia.
Confrontados entre sí, los secretarios de la Defensa Nacional, el general Guillermo Galván Galván, y el de la Marina, Armada de México, el almirante Mariano Sáynez Mendoza, esta vez tuvieron motivos de coincidencia.
La producción televisiva de García Luna, quien dispuso de las instalaciones y otros bienes públicos en beneficio de la empresa de Emilio Azcárraga, hizo suyos hechos en los que la Policía Federal fue del todo ajena, sencillamente porque no existía. Peor aún, se dedicó a denigrar a los militares.
Las historias de “éxito” que presentó fueron claras adaptaciones de sucesos en los que los protagonistas en la vida real fueron efectivos de las Fuerzas Armadas, particularmente del Ejército.
El general Galván es el más agraviado por las repetidas alusiones negativas al Ejército desde el primer capítulo de la ficción. Laureado recientemente por el gobierno colombiano, que carga con graves violaciones a los derechos humanos en su propia guerra al narco, García Luna hizo pública su afrenta con el general secretario en las pantallas de televisión.
La Cámara de Diputados está obligada a llamar a cuentas a García Luna. No sólo por los recursos de la secretaría que puso a disposición del monopolio televisivo, sino por ser el responsable de las políticas de seguridad en el país y el fracaso de sus tácticas de propaganda, más allá de los escenarios que ha creado para mostrar “éxitos” en la vida real de la Policía Federal.
Los diputados disponen ya incluso de los resultados de la Auditoría Superior de la Federación, en el que apenas en febrero pasado el ente fiscalizador de ese brazo del Poder Legislativo dio a conocer las fallas y omisiones de García Luna.
La “guerra psicológica” desarrollada por los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y que durante más de medio siglo ha sido exitosa gracias a la poderosa industria del cine y la televisión estadounidense, ha logrado el objetivo de ganar apoyo en su sociedad.
En su ambición de colgarse todas las medallas, García Luna exacerbó las peleas entre los encargados de dar seguridad al país, mientras se mantiene la percepción social de que la estrategia de Calderón sencillamente no ha funcionado.
Irónica, cínicamente, la propia Televisa lo confirma. La transmisión de La Reina del Sur –producida por Telemundo– otra ficción sobre en torno al narco, pero ésta dedicada a la vida de una narcotraficante, está entre las series más vistas en México. Perniciosa e hipócrita, Televisa es la única que gana, como siempre, al amparo del poder.
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