José Reyes/Zósimo Camacho/Jaime Guerrero
Con partidos que no representan a la sociedad, políticos sospechosos de corrupción, ausencia de la división de poderes y autoridades electorales sin credibilidad, el sistema político mexicano se sume en la mayor crisis de legitimidad que ni durante los peores momentos del priismo se conoció. Politólogos e historiadores coinciden en que un régimen sin base social es insostenible. “Asistimos a la muerte de la política; la sociedad busca nuevas vías para transformar su realidad”, señala Aguirre Rojas
Los electores dan la espalda a la “fiesta de la democracia”. Los “ganadores” de la jornada electoral asumirán sus cargos con el respaldo de una minoría apenas perceptible. Las propias estimaciones del Instituto Federal Electoral previeron que la gran mayoría no acudiría a las urnas, habría anulado su voto o simplemente no votaría por el “triunfador”.
Con ese déficit de legitimidad cargarán no sólo la LXI Legislatura, seis gobernadores, 12 legislaturas locales, 525 ayuntamientos, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y los 16 delegados políticos de la capital de la república, sino toda la “clase política” y el régimen de Felipe Calderón, aseguran analistas.“La ‘clase política’ ya viene ejerciendo los cargos sin legitimidad. Creen que pueden seguir ejerciendo el poder indefinidamente mediante el mundo virtual que crean los medios de comunicación que le son afines. Sin embargo, es claro que las bases están carcomidas. Es como una muela cuyas raíces están podridas: podrá sostenerse algunos días o semanas, pero esa muela finalmente tendrá que extirparse”, explica Pablo Moctezuma Barragán, politólogo, historiador y urbanista.
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